FOTO: Hugo Tiseira
Los años transcurren, y cada vez resultan ser más las personas que se dedican a correr todo tipo de competencias largas, especialmente maratones. En la ciudad de Trenque Lauquen, desde 1967, se corre el famoso “Maratón de Reyes”. Este evento, en este 2016, está cumpliendo 50 años. Como toda competencia, como todo deporte, tiene sus historias, sus anécdotas, la de sus corredores.
Escribe Juan Francisco March
Especial para La Opinión
Año tras año, arriban a la Ciudad competidores de diversos lugares: Buenos Aires, Tucumán, Mar Del Plata, Bragado, General Villegas, entre otros. La edición de 1984, seguramente sea la más recordada y comentada por el habitante trenquelauquense. En aquella oportunidad, un residente de Trenque Lauquen corrió el maratón. Todo era algarabía el 7 de enero de 1984, cuando a lo lejos los espectadores vislumbraban que un corredor local venía liderando la competencia. Deliraron. Julio "Felpo" Toledo venía agitado. Nunca había sentido el clamor popular como aquel día. Algo que guardaría en su memoria, en su retina, pero principalmente en sus oídos. Hoy, todavía escucha esos gritos y ve aquellas manos agitándose en el aire para brindarle todo su aliento. “La emoción más grande es el apoyo de la gente”, cuenta el maratonista local.
Toledo sonriente en el Bar de la Terminal de Ómnibus de Trenque Lauquen. FOTO: Hugo Tiseira.
Del mito griego, se desprende esta disciplina que forma parte del programa de los Juegos Olímpicos en la categoría masculina, desde Atenas (Grecia) 1896. Las mujeres tuvieron que esperar casi noventa años para poder competir en esta carrera de larga distancia. Fue en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles (EE UU) en 1984, cuando se incorporó la categoría femenina. Precisamente, ochenta y ocho años después que la masculina.
Al igual que en Grecia, donde todo comenzó con un mito, en la ciudad de Trenque Lauquen existe otro sobre un maratón de Reyes. Un mito que aún hoy, permanece latente en el café y en las tardes de mate en familia.
Aquel 7 de enero de 1984, todo transcurría normalmente hasta que un participante decide abandonar la competencia. “Cuando el árbitro te saca tarjeta roja, ya no podés competir”, explicó Julio, el corredor que abandonó, a los vecinos que estaban en esa cuadra cuando le preguntaron por qué había dejado de correr.
Los vecinos de la calle 25 de Mayo le pedían que no lo haga, que siguiera corriendo, que a ellos les gustaba ver a todos los corredores pero, en especial, a los locales. “Por favor ´Toledito´, retomá acá nomás y seguí”, le dijo una vecina.
Así fue. Ante la arenga de la gente, Julio Toledo retomó en la Avenida Villegas, calle principal de Trenque Lauquen. De alguna manera, al reanudar en ese punto, Julio había cortado camino y se encontraba liderando la competencia. “La gente estaba enloquecida”, recuerda el corredor con una gran sonrisa en su rostro. “En la pizzería ´Simón´-hoy Trezzo- la gente se levantaba de las mesas y me gritaba, me arengaba. Fue una fiesta”.
Toledo arribó como ganador en aquella competencia pero, al cruzar la línea de meta y cuando todas las miradas y los trofeos iban hacia él, habló. “Yo no gané. Abandoné y por el aliento de la gente y sus ganas de que siguiese, volví a la competencia pero cortando camino”, les dijo el “Felpo” a los organizadores del evento quienes, atónitos, lo observaban. “Pero si pasaste todos los controles”, le retrucó un organizador. “No - dijo Julio – yo decidí abandonar y la gente me insistió a que vuelva y volví. Los premios son para Tello”. De esta manera, con una gran humildad y con total sinceridad, Toledo reconoce que no es el ganador y Tello, quien había finalizado detrás de él en la competencia, se llevó todos los premios.
"El deporte ayuda a pulir la mente"
17 Edición de la Maratón de Reyes. Toledo con el dorsál Nº 7. FOTO: Rubén Islas.
Si uno camina la Ciudad, algunos sostienen que en el Maratón de Reyes del ´84, Toledo hizo trampa y cortó camino. Otros tantos, cuentan que no fue así y coinciden con el relato del corredor. La Comisión Directiva del Club Barrio Alegre de aquellos años (Club organizador del Maratón), sostiene que Toledo nunca se coló en el maratón de 1984.
Con mucha calle
Son las 10 de la mañana, estamos tomando un café en el bar de la Terminal de Ómnibus. Toledo vive a metros de allí. El paisaje que está frente a nosotros es el Parque Municipal. Hablamos de maratones, y siento que Toledo sabe más que su sexto año de Escuela. Es un hombre con mucha calle y quien, además, se instruye leyendo. “Felpo”, así lo conocen todos en la Ciudad, es barrendero y todos los días, de madrugada, barre la calle San Martín de punta a punta. El apodo se lo puso Carlos ´Cali´ Belardo cuando eran muy chicos.
Julio tiene 61 años y 42 de corredor, de atleta. Tiene dos hijos y es abuelo. Guarda cada recorte de diario para mostrárselos a sus nietos. Sus ojos brillan cuando menciona a su nieta de un año y cinco meses. Y aclara: “Hay uno más en camino”.
A sus hijos también les gusta correr. Uno de ellos, el varón, se entrena mientras trabaja: es recolector de basura. Hoy, a sus 61 años, Toledo entrena solo. “Todos los días, si tengo ganas, hago 21 kilómetros. Si las ganas no son muchas, hago 13 o 14 kilómetros”, cuenta Julio. “Además, cuando salgo de casa y veo la gente correr en el Parque, me vuelvo loco, me agarra un cosquilleo en la panza que no lo puedo controlar”.
Esta pasión por correr, la trae desde muy pequeño y producto de la necesidad. Su padre, cuando tenía 14 años, no contaba con los recursos suficientes para comprarle una bicicleta y decidió correr. Salía junto a sus padres y sus hermanos a correr por la ciudad. “Juntá más los pies…”; “Acomodá el braceo así se aliviana el cuerpo”; “Mirá tu sombra…”. Esos gritos, eran de los vecinos que lo observaban correr y cuando pasaban le daban algún consejo. Toledo los escuchaba y, ahora, dice que tenían razón. “El braceo para la persona que corre, es como el aleteo de una paloma; si la paloma no aletea, se cae, el corredor es igual. Aliviana el cuerpo”.
En estos 42 años de maratonista, a lo largo de 30 años, Toledo fue el primero en su categoría y, lo más cerca que estuvo en el ranking general de una Maratón de Reyes, fue noveno. Luego del episodio del ´84, Toledo no quería correr más la Maratón de Reyes. “¿Qué va a decir la gente? Ahí va el colado”. Fueron a buscarlo a su casa y regresó a la competencia. El reconocimiento luego de aquel episodio, fue extraordinario.
46º Edición de la Maratón de Reyes. Julio Toledo y Matías Velazquez. FOTO: Rubén Islas.
Pasaron 30 minutos y Toledo sigue hablando. Lo he interrumpido en exiguos momentos. Según su relato, adquirió lo básico en la escuela: leer y escribir. En esta conversación, “Felpo” habla de microbios, vitaminas, el poder que tiene la mente a la hora de correr y competir. Son varias las personas que consideran que, si “Felpo” hubiese logrado cuidarse, hubiese obtenido grandes resultados como maratonista. Él lo sabe y sin renegar de lo vivido, con un dejo de lamento lo reconoce: “Me di cuenta tarde de lo que podría haber logrado”.
La salud es lo primero
La vida de “Felpo” con los médicos y la medicina, parece no tener buena relación, no congenian. Se muestra reacio a cuestiones meramente médicas. Lo internaron por única vez en 1965 cuando, producto de beber una taza de Quaker con azúcar crudo, le agarró Congestión Pulmonar. Desde allí, nunca más pisó el Hospital. Con los médicos, tiene sus historias. Uno de ellos, lo echó del consultorio luego de una ergometría. Resulta que Toledo, con sus 69 kilogramos, movió la bicicleta a la velocidad de un hombre que pesaba 80 kilos. El reloj de la bicicleta fija explotó junto con el doctor: -¡Acá no vengas más!- le dijo el médico- vos estás sano y no tenes el corazón de un cristiano, tenés el corazón de un caballo. ¡Andáte de acá!-. Otro médico, en una oportunidad le preguntó por curiosidad, hasta cuando pensaba correr. Toledo, fiel a su estilo, sincero, le respondió: “Si usted se anima, córteme las piernas. De lo contrario, correré toda mi vida”. El doctor quedó mudo.
"No se necesita tener fortuna para tener fama. Si sos buena persona, hacés la fama sin plata"
Dos recuerdos y un memorioso
Rubén Islas, quien se sumó a la organización del Maratón de Reyes en el año 2002, cuenta que en la Edición Nº 45, en el año 2011, el Club Barrio Alegre decidió homenajear a Juan Carrizo (el más ganador), oriundo de Bragado. En comunicación telefónica, Islas le comunica sobre este homenaje. Carrizo, haciendo caso omiso, pregunta por los chicos de Trenque Lauquen e Islas comienza a contarle hasta que llega el nombre de Toledo. La conversación cambió de tono y entre risas, cuenta Islas, que a Carrizo lo invadió el recuerdo del ´84: “Ese muchacho me hizo perder la prueba. Me sacó de ritmo”.
Islas desde que forma parte de la organización, realiza diversas tareas. Al finalizar la Edición Nº 50 de este año, un memorioso lo llamó y le dijo: “Islas, anotá este dato”. Papel y lápiz en mano y el hombre, pensativo, le brindó la información. “Todos estos corredores llevaron el dorsal Nº 10: en la segunda edición, el gran Osvaldo Suárez (Avellaneda); en la 18º, Julio “Felpo” Toledo; en la 38º Juan Osvaldo Suarez (Olavarría). Cada uno de ellos, además de llevar la Nº 10, hicieron el récord del circuito”.
Toledo conversando en la Terminal de Ómnibus de Trenque Lauquen, donde fue entrevistado. FOTO: Hugo Tiseira.
El tiempo pasó
Transcurrió una hora y veintidós minutos desde que pedimos el café. Julio me enseñó de vitaminas, microbios, el poder que tiene la mente y, sobre todo, de la vida. “Felpo” tiene mucha calle, “no de atorrante –remarca-, de supervivencia. La calle tiene mucho de eso”. Su esposa se encuentra impedida por un problema de salud hace ya muchos años. A lo largo de su vida, los golpes han sido duros. “Felpo”, con el pecho bien abierto y el aleteo de sus brazos como si fuese una paloma, los ha enfrentado.
Salimos del Bar. Estamos conversando en la esquina de Pereyra Rozas y San Martín. Me habla sobre su visión inclusiva del deporte, y maratones de Barrio para que los chicos se hagan amigos y de grande no se peleen tanto. Interrumpe la conversación por unos segundos un motociclista que a la pasada saluda a Toledo: “¡¡Felpooo!!” gritó el motociclista. Toledo se ríe y me mira. Sus ojos se ven felices y transparentes ante el reconocimiento. Eso es lo que te emociona le digo. “¡Si!”, me contestó él. “Mi mayor reportaje, mi mayor entrevista, es el apoyo y el cariño que día a día me demuestra la gente”.
Publicada el domingo 11/09/16 en la edición impresa del diario La Opinión (Trenque Lauquen).
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